Tres grageas para mamá

, por Martín Gaitán

UNO

En pleno microcentro, entre bancos y casas de cambio, hay una tienda de artículos para el hogar en cuya entrada hay un televisor de plasma de muchas pulgadas. Siempre que paso por ahí me llaman la atención dos cosas: lo mal que se ven los teles de plasma si no estás lejos, y cómo todo tipo de gente se detiene para ver, sea lo que sea que estén dando. Tipos de traje y corbata, mujeres con niños de la mano, canillitas y jubilados forman una medialuna inmóvil, sólo concentrada en la pantalla.

La última vez que fui al banco volví a hacer mi experimento. Me pongo cerca de la vidriera de ese local, y en vez de mirar la tele miro a los espectadores. Daban una publicidad del día de la madre, qué otra cosa estos dias. Esa del nenito con edipo a flor de piel que abandona la casa porque su mamá lo "engaña" con una planta. Justo cuando comienza, una mina con pinta de secretaria y una señora que vende flores se detienen a mirar. A medida que la publicidad avanza, va apareciendo una sonrisa en los rostros de esas mujeres. Me emocionaron tanto que tuve ganas de comprarme un celular en ese instante.

DOS

Antenoche cené un desayuno. Fue así, espontáneo. Simplemente abrí la heladera y ahí estaban, cada uno en un platito del primer estante, el pure sobrante del mediodía y el dulce de batata con la marca del la última tentación de mi dedo. No tuve dudas.

Puse la pava para hacer café y comencé un gran despliegue de tostadas, galletitas, queso, dulce y otras delicias matinales pero a las once de la noche. Cuando me senté a la mesa y vi todo lo que había puesto me di cuenta lo mucho que hacía que no desayunaba bien. Y me acordé entonces de las mejores cenas-desayuno que se hayan servido alguna vez: las que hacía mi vieja. Nacida de una cruza entre ajuste de fin de mes y cansancio de maestra con tres hijos, era mi nunca confesada cena preferida.

Mi vieja me servía la leche soplando el jarro con fuerza para que no cayera la nata, esa formación lactosa tan abominable que junto con los grumos podrían dignarse a desaparecer para siempre. A veces también hacía sanguchitos y yo los intercalaba entre tostadas con manteca. Eran cenas dulces.

TRES

Dany puso un disco que le grabaron. Quería que escuchara una versión de "Down on the corner" de Creedence, versionada en un inglés sobrepronunciado que la hace simpáticamente pegadiza. Yo miraba un partido de España y no prestaba demasiada atención a nada, pero llegó esta canción y me sorpendió. Es un regalo para vos, mamá. Después de todo, parafraseando a Mario en "El cartero de Neruda", la poesía no es de quien la escribe sino de quien la necesita.

A través de tus ojos - La Portuaria
 
Yo puedo ver el mundo
y comprender el paso de los dias.
Y entendemos sin palabras,
abrazando nuestro cómplice silencio
 
Tu risa vuelve el tiempo mas liviano y vulnerable
y pierden peso las cosas del mundo.
Son mejores a través de tu mirada.
 
Donde corre el agua,
donde sopla el viento,
puedo ver a través de tus ojos.
 
Ya nada se detiene,
las cosas son distintas,
Y atravesando el muro de viejas armaduras
las fórmulas no tienen más sentido.
 
Tus ojos me despiertan si me quedo dormido.
yo sueño tu futuro y lo vivo cada dia,
y en cada cosa que hago
vos siempre estás conmigo.
 
Donde corre el agua,
donde sopla el viento,
puedo ver a través de tus ojos.
Donde corre el agua,
donde duerme el tiempo,
puedo ver a través de tus ojos.

Te amo.