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Carta para reenamorar
Viernes 3 de febrero de 2012, por
Le vengo dando vueltas desde las dos, cuando terminé de ver la peli
que no debía ver. Blue Valentine, se llama. Ya sabía de qué trataba y
debí suponer que no era el mejor plan, pero, qué cojones, se trata de
"aventurarlse" (como dijo aquella viajera chilena). Bella y cruda. Con final feliz hubiera sido lo que necesitaba.
Si en vez de creer que esta carta debe ser algo trascendente y
simplemente te escribo, o simplemente escribo, quiza me sería más facil. Si no hubiera mezclado las flores de Wally (añejadas, mejores que las de
Bach) y los mezcales de jalisco, quizas también. Pero, así
son las cosas, nada fáciles. Si una carta de amor —que no debería ser más que una carta con amor— para enamorar es difícil, una carta para reenamorar lo es aún más.
Eso me pasa: no sé bien qué debo decir para que ocurra lo que quiero
que suceda: que te enamores de mi, de nuevo. Que sea el que se cumpla
de esos sueños que te he contado que tengo, en los que un dia desde el
banco de suplentes entro a la cancha y hago un gol magistral para
ganar el campeonato, o que por fin sé tocar una canción en la
guitarra y sorprendo al fogón. Que me ames. Deseo. No te lo pido. No hay delivery para estas cosas.
Que me ames, no como antes. El amor eterno es el amor que renace, me
dijiste con ninguna de estas palabras (o eso entendí). La eternidad
como una suceción de ciclos que empiezan de nuevo, como una cadena de
muchas finitudes y no como un infinito monótono, abúlico, inabarcable
y por la tanto imposiblemente pleno. Me gusta eso, no lo dije, como
tantas otras cosas, pero me gusta eso.
Pero ahí está también, algo tácita, la diablura del amor renacido, y
es que si es que viene, viene distinto. Trae consigo la certidumbre de
saberse desafiado por el pasado, de saberse mortal, perecedero,
acechado por las cenizas de las que viene.
Puedo escribirte un microcuento para disimular que no sé como seguir:
pensatibunda, la pajarilita no alcanza a oir el piar que la
llama.
Son las seis, el sol sale algo tímido y yo querría poder grabar y
mandarte el piar de verdad que se oye por la ventana. Pasa a través de
nuestro patio y llega a hasta acá, sólo interrumpido por el traqueteo
de las teclas clacatackclack taq taqtaqtaq (borro mucho). Autos
estruendosos también hay, pero no se escuchan en las cartas para
reenamorar.
De las muchas cosas que de vos me gustan hay una que no he dicho, al
menos no mucho: que te guste la poesía. Me doy cuenta que a mi me
solían gustar y dejé de leerlas. Sé las mismas poesías que sabía a los
dieciocho. Pero ahora tienen mucho más sentido, como la de Juan que ya estaba en el blog, pero la puse de nuevo. Ando de loco por el aire que ando que no ando. Seré lo que debiera. Tu pie. Tu mano. Tuyo.
Córdoba, 6 de noviembre de 2011