A ver...

, por Martín Gaitán

...si puedo explicar todo esto que ando sintiendo y que al tratar de decirte por teléfono se reduce a un "te extraño" y... no es solo eso.

Estar acá en Ushuaia, lejos tuyo, me lleva irremediablemente a recordar otros tiempos en que estuve sola en esta ciudad. Tiempos lejanos y no tanto. Estoy todo el día embriagada de recuerdos, buenos y malos. Es como estar viendo todo el día la película de mi vida. Y aparecen los personajes de mi vida, y las sensaciones experimentadas, las alegrías y las desolaciones, los miedos y las esperanzas.

Todo ese remolino de recuerdos me pone en un estado de melancolía continuo. Pero no porque extrañe a alguna de esas personas. Lo que extraño, creo, son las sensaciones. Y aun cuando no siempre eran sensaciones agradables, eran momentos en los que me sentía más viva que nunca.

Es raro, por momentos pienso que es parte de la naturaleza humana, pero después lo analizo fríamente y sospecho que tal vez es parte de lo que este sistema hace de nosotros, al llevarnos a creer que estar vivos es tener que vivir todo el tiempo sensaciones nuevas. Sin darnos cuenta caemos en esa necesidad constante de cambios y vivimos en una insatisfacción continua.

No reniego de lo que tenemos. Esta paz. La busqué por mucho tiempo y te aseguro que alcanza con ver tu foto en mi celular (ahora reemplazaste a Maia) para sentirla. Estar a tu lado me da seguridad. Y disfruto de esa seguridad. Pero estando acá, lejos tuyo, esa sensación se diluye. Y no, no es que me entre miedo y piense que me vas a dejar. El miedo es a otra cosa que no sé explicar todavía. Tal vez tengo miedo al acostumbramiento. Acostumbrarnos, por ejemplo, a no decirnos las cosas lindas que sentimos porque...bueno, suponemos, sabemos, que el otro sabe que las sentimos y entonces... ¿para qué decirlas?

Estoy un poco conflictuada en general. Con mi oficio, mi rutina... Siento que tengo cuentas pendientes con mi otro lado, el creativo. ¿Viste el dibujo que puso Sol en Facebook, del corazón matando el cerebro? A mi me pasa lo contrario. Yo veo al cerebro dándole palos al corazón, para evitar que éste se exprese como quisiera...

Bueno, no creo haber aclarado nada y ya no tengo ganas de esccribir.

Te mando muchos pero muchos besos...

Te amo (eso no cambia, por más conflictuada que esté)


"— Sí, loco. Es increíble pero a la vez lo siento totalmente natural; ya no lo podría concebir de otra forma. A veces me doy cuenta que paso todo el día con ella pero se me pasa volando. Me da mucha alegría, mucha paz estar con ella." . De este texto ¿te acordás?

Nunca pensé mucho ese texto, como nunca pensé mucho ese accidente. Me salió así, entre las 2 y las 5 de la mañana de aquella navidad, catarsis impostergable, abrazo aturdido y liberador para todos los que quiero. Y ya estabas vos, en la primera línea, en el primer lugar. Ahí está, en ese diálogo torpe pero verídico, nuestro amor, nuestra naturalidad, nuestro vuelo, nuestra alegría y la paz de sabernos juntos. Todo eso que ya sabía y sé que es lo más importante que tengo en esta vida.

Leo tu email y me surge pensar en el miedo. Filosofar me sale peor que cantar karaoke (para que tengas punto de comparación) pero sospecho — quizas alcanza con sospechar, como alcanza con acertar el tono en el jueguito de la playstation aunque no se module ni un verso — que es un instinto natural, y como tal, necesario. Me animo a cantar en polaco: están los miedos naturales (a morir, a que mueran seres cercanos), los artificiales (a "no tener", a "no poder" ) y los más existenciales (que no llegue/que no dure/que no alcance la felicidad —). Hay un miedo coyuntural también, no menos grave y real, que es que nos agarre Neymar, el 7 del sub20 de Brasil, y nos pinte la cara como a los paraguayos.

Claro que están un poco mezclados, y todos tienen que ver con todos. Ya sabés, el pop polaco suena enrevesado

Toda esta perorata — sigo, casi bilingüe y comiendo huevo duro con pan rayado — viene a cuento de algo que he pensado, no por poco original menos importante, sobre la dicotomia "feliz inconsciente" vs "melancólico consciente". La felicidad es un culo en lo de Tinelli, dice el soberbio sobre el primero. Hacete coger por un burro, dice la popular de Boca sobre el segundo. Métanse la dicotomía por la tercera vía, digo yo, casi peronista, para no quedar fuera de contexto.

Es que entre disfrutar el momento y temer no ser feliz durante toda la vida hay toda una vida que llenar. Me decis que la melancolía fueguina te muestra todo el día la película de tu vida, y a mi me parece que es una serie —que ya superaron al cine, dice Casciari— y esos fueron algunos capitulos — los de tu infancia, quizas, los más importantes y felices, los de tus amores y desamores — pero que continua, tiene más temporadas y está en un gran momento, con muchas líneas narrativas abiertas, todas interesantes. La mejor parte — y acá sí, parezco un cantante de pop berreta pero sincero — es que vos sos, con mi ayuda si querés, la guionista.

Tener paz sin alegría, sin emociones, es una tragedia que la literatura ha tratado — se me ocurren los Struldbrug , los viejos inmortales que encontró Gulliver — pero no es lo que tenemos nosotros. Siento. Creo. Quiero que no. Quiero que nuestra vida juntos sea larga y llena de armonía (no monotonía) pero también llena de todo lo que está hecha, de todo lo que la llenamos.

Te amo mucho.
Martín

P.-S.

Ushuaia y Neuquén, 17 y 18 de enero de 2011