Quiero congelar imágenes, sonidos, aromas, caricias, sabores, momentos. Quiero guardarlos intactos y que se queden así, imperturbables, eternos, irradiándome alegría, invenciblemente felices. Quiero llevarlo como sabiduria, como toda fortuna: que hubo un tiempo en que la maravilla existió donde yo estuve, y fui tan feliz, tanto tanto tanto, que cualquier tristeza terminará, tiempo al tiempo, sonrojada de vergüenza. Quiero recordar cada parte del camino hacia esa felicidad. Nadie me llevó de la (...)