Mirenlo a él, que blogudo

, por Martín Gaitán

Nati estiraba su cepillada de dientes, dándome un changüí para que nos acostásemos juntos. Yo le decía ya voy amor, un segundito mi vida, termino estas cositas y estoy en la cama. Como me gustaba la idea de ser coherente con la rareza de todo el día, cumplí.

Es que ayer fue un día extraño, bipolar. De la mufa que produce programar una cosa horrible en un lenguaje horrible, a la grata intriga de que te llamen por teléfono para recordarte que estabas anotado en un concurso a cuya entrega de premios te invitan especialmente, hay un blog de diferencia.

Un blog mío. Lo más mío que tengo. El más duradero de los manotazos que he hecho para infligirme felicidad.

Una vez le conté a mi vieja


— Má, pero no sabés lo que es esto, es genial como escribe esta vieja, en serio, vení a leer

Era un blog de Hernán Casciari, uno de los tipos que me inició en la literatura. Observen bien, hay un punto ahí. No dice blogs literarios ni literatura virtual. Dice literatura, a secas, como una trompada en el hígado. Yo aprendí a leer mitad en la pantalla, mitad de los libros que compraba mi vieja por catálogo y aprendí a escribir mitad en el teclado... y ahí quedé, porque la otra mitad la voy aprendiendo sobre la marcha, intentando, y este blog es el pretexto para eso.

Así que le debo mucho a Hernán Casciari, que fue uno de los que ayer me dió un premio.

Le mandé un mensajito por Facebook:

Hernán, voy a trillar esto, pero a riesgo de sonar más empalagoso que diabético confitado he de decir que es mucho premio para mí que me hayas leído.

Como si Riquelme viniese a verme jugar a la canchita del barrio.

Una mención especial entre 280 blogs inscriptos es bastante vitamina para mi ego, que andaba un poco engripado culpa de que Córdoba se volvió tropical y me empapo día por medio. Eso siempre y cuando no queramos saber que el ganador se llevó cinco mil mangos. A mí me dieron un par de libros y una birome que está buenísima. Escribe casi siempre.

José Playo fue el anfitrión, un abanderado de la literatura (de la literaturgia, si vale en neologismo) cordobesa. Gran tipo, se ve. De esos con quienes a uno le gustaría comer un asado, jugar un picadito, o, como él propone, compartir un fogón. Hace unas semanas me compré uno de sus libros y me cagó de gusto. Literalmente, porque lo leí en el baño.

Alegría doble entonces, que haya sido este tipo con menos esnobismo que el Doctor Chapatín el que me diga felicitaciones, muy bueno lo suyo Gaitán.

Pero algo no me cerraba del todo cuando José leyó su comentario:

"...Textos y Pretextos es un claro ejemplo de que todavía hay gente que apuesta por el oficio más viejo del mundo".

— ¿Playo está diciendo que me prostituyo o que soy putañero?. — pensé, intentando dilucidar en un instante cómo se pudo haber enterado.

Después de la coma intentó aclarar, pero oscureció:

...la ficción.

— ¿Ficción? Mmmhh.. Acá hubo tongo — me dije — pero mejor hacete el boludo no sea cosa que te quieran sacar la birome.

Es que sí, hay algo de ficción ficción, pero en general es toda ficción de mentirita. O sea, el personaje soy yo y las cosas que suceden, suceden. Quizás con menos esteroides, cierto, pero no se me pongan naturistas de repente.

Cuando salimos del España-Córdoba no me podía sacar la espina.

— Decime la verdad, Nati — la increpé — ¿vos no te acostaste con Playo para que dieran esta mención, cierto?

— Che, tan poco no valgo— me dijo, y me dió un beso de esos que son siempre un primer premio.

P.-S.

Por supuesto, en estos momentos donde las mieles de la fama golpean a mi puerta, dejan todo el picaporte pegoteado y salen corriendo, no puedo menos que agradecer a la familia y a todos los amigos y amigas que siempre estuvieron allí, leyendo, alentando y sobre todo comentando. Los que no, sientansé culpables carajo.