Cuatro fragmentos de una muerte

, por Martín Gaitán

Uno: Abrazar al desconocido

La plaza. Lugar de encuentro del pueblo. De allá, de acá, de todos y de cualquier lado, el pueblo que llora llega y los cantitos de los que aun pueden cantar son como una bienvenida:

¡Nestor no se murió... Nestor no se murió... vive en todos los pibes que ahora reciben la asignación!

Ahí estoy, extraviado, llevado por las tripas, por la necesidad de no serle indiferente a la historia. Busco caras conocidas y las encuentro. Todas tienen sino el gesto crudo del dolor, sí el de la incertidumbre, el de la ingrata sorpresa.

Yo todavía no caigo. No es angustia lo que siento, sino preocupación. Paso el tiempo haciendo estúpidas y frías elucubraciones del "nuevo tablero político" — así lo llamo, pedante — y las comento con el que esté a mi lado, buscando, se ve, una complicidad que no encuentro. No es momento, pibe, me dicen con la mirada.

Alguien en el escenario toma el micrófono y el jamás imaginado acto homenaje comienza formalmente. Minuto de aplausos, piden, "porque ha muerto un hombre que nunca hizo silencio, que nunca se calló". Y la plaza estalla en un largo aplauso que excede el minuto y nadie quiere detener.

Comienza el himno y el aire es denso, húmedo. Pibes, viejos, niños y niñas sobre hombros, dedos en "V", puños cerrados, ojos brillosos y el coro cebado, como en la cancha, cantado por la multitud... ¡uho uhó óh óh... oh oh oh!.

El desconocido que está a mi lado, treinta y largos, no canta. Se aprieta el tabique fuerte y se oculta la cara con su mano grande, rústica. Levanta la cabeza, mira hacia ningún lado y el llanto que no pudo controlar le estalla en lágrimas y mocos.

Ese llanto me penetra, me sacude. Cuántos sueños tendremos en común, desconocido, me pregunto. Cuántos somos, dónde estamos, cómo haremos los que tenemos esos mismos sueños. Cómo se convierte tu dolor en combustible.

¡O juremos con gloria morir!... El himno termina con euforia, el desconocido me mira y yo lo abrazo, empujado por las tripas, por la necesidad de no serle indiferente a la historia.

Dos: El pueblo que no llora

El pueblo que no llora no está en la plaza. Son muchos. Probablemente mayoría.

El pueblo que no llora está tomando cerveza, aprovechando como haría en la nochecita de cualquier feriado, en un barcito de La Cañada. Desde sus mesitas con maní y risas miran intrigados el flujo repentino de gente que va por las veredas, cabizbajos, de regreso. Saben que se murió Kirchner, pero probablemente no sepan que hubo acto y que a muchos y muchas la noticia les genera dolor. Y miedo.

El pueblo que no llora se sigue riendo en facebook del videito del bebé que baila, del perrito que se para en dos patas, del rostro plástico de Ricardo Fort. Quizas se cruza, exogamia dos punto cero, con algun comentario a favor o en contra en su timeline. Pero el pueblo que no llora no se mete "en política" y se mantiene impertérrito, abúlico, enojado porque en la tele siguen con lo mismo.

El pueblo que no llora pregunta si mañana hay clases, si el duelo es también asueto o hay que ir igual a laburar, pucha, qué cagada. El pueblo que no llora prende la tele una vez más y se pregunta cuanta gente habrá ido a despedir al muerto. Aunque lo disimula, aunque le surja desde el cholulismo íntimo o el sentimiento de manada, le conmueve saber, la tele no miente, que al final eran muchos.

Seguro hay otros, que no son pueblo sino gente, que habrán comprado un champán (uno barato, los que abrieron uno caro ya lo tenían) y tocado algun bocinazo tímido, por miedo a que algún cabeza les abolle la pickup. Se cuidan, algunos, esperando algunas horas para mostrar los dientes. Son pocos. Canallas. Peligrosos.

El pueblo que no llora también vota.

Tres: No ser necios

En mi carrera, ingeniería en computación, tenemos un grupo de correo donde participan profesores, estudiantes y egresados. Se suelen armar lindos debates, aunque con tristísima reticencia (cobardía, vea, muchos quedan expuestos en su condición troglodita) a hacerlos públicos.

La semana pasada envié la noticia sobre la situación de la televisión digital y un plan de inversión en redes de fibra óptica que el gobierno ha anunciado, que posicianará al estado como proveedor mayorista de internet e incidirá notablemente, creo, en la democratización del acceso a la comunicaciones.

La noticia suscitó opiniones plagadas de chauvinismo cordobés ("Los aparatos los están regalando en Bs. As., en el interior parece que vamos a tener que comprarlos") y gorilismo ("Todos estamos de acuerdo con la TV digital, el programa de las notebooks, etc., pero no en la manera de como se implementa. Acá no hay intereses en crecer, solo hay intereses en sacar votos.")

Envié sólo este mensaje:

From: Martín Gaitán
Date: 2010/10/20
Subject: Re: Para que la banda sea cada vez más ancha
To: ing_computacion@googlegroups.com

Creo que el quid de la cuestión viene por el lado de lo que alguna manera dijo Seba (un tapado, vean, aguanten los flamantes ingenieros en computación, ¡aguanten!): si no se hace es porque se roban la plata, si se hace es porque es demagogia. ¿No es un poco gatoflorismo eso? No me extrañaría que si el gobierno de algún otro país propusiera hacer un tendido de fibra óptica estatal algunos dijeran "nosotros siempre el ultimo orejón del tarro, siempre atrasados, etc, etc."

¿Que hay intereses políticos detrás? ¡Más vale! ¿Que los K quieren ganar en el 2011? ¿A quien le cabe duda?.

La cuestión que nos compete es que tenemos responsabilidad de forjar una opinión argumentada, con espíritu crítico y honestidad intelectual, como buenos profesionales, sobre las medidas de política tecnológica que se han venido tomando en estos los últimos gobiernos.

¿Saben de dónde ha salido la plata para todos los laboratorios de computadoras (creo que ya hay 5) que se han instalado en la facu y todos los edificios nuevos que se están construyendo? ¿Saben de dónde ha salido la plata para repatriar a investigadores que estaban afuera (algunos
— Finochietto, por ejemplo — se instalaron en nuestra facu)? ¿Saben que algunos profes se volvieron fulltime (Miguel, corregime si no) por PROMEI? ¿Saben que hay mucha plata en programas para la industria del software como Fonsoft, programa al que Seba Gualpa y yo presentamos proyectos ? ¿Saben que hay otros programas del ministerio de ciencia y tecnología para desarrollar I+D entre la universidad y Pymes y que gente de nuestra facu aplicó solicitando 8 millones de pesos? ¿Saben que la TV digital ya está generando puestos de trabajo nacionales ? ¿Saben que la participación estatal en el mercado permite regular los precios del sector, desmonopolizando, y eso incidirá en mayor calidad y menores costos para la población, en este caso internet? ¿Saben (creo que saben, este hilo es una muestra) la importancia de internet para la comunicación del pueblo ? ...

Yo entré a la facu en 2005 y puedo asegurar que era muy muy distinta a lo que es ahora en cuanto a equipamiento (los profesores son los mismos). Seguro los más viejos pueden ser más precisos.

Los 90, época que algunos interiormente recuerdan con saudade, instalaron eso de que lo estatal es sinónimo de ineficiencia y corrupción, no sin cierto asidero, claro, porque se esforzaron por convertir todo lo estatal en ineficiente y corrupto. Para muestra, el revulsivo Roberto Dromi (mendocino como Cobos y... yo, ja!) :

Eso quedó tan instalado que aunque Mendez ahora suene a mala palabra, el discurso de muchos sigue siendo el mismo. Nos cuesta pensar al estado en términos de "lo que es de todos", por lo que todos debemos pelear y defender. Ojo, ¡no estoy diciendo que ahora lo estatal anda todo bien! de hecho, hace poco escribí al respecto.

En fin, voy a que es parte de nuestra responsabilidad hacer que las cosas funcionen, sobre todo en materia tecnológica.

¿Por qué no podemos aprovechar condiciones que han cambiado, muy a favor de nuestras disciplinas, maximizarlas, mejorarlas, criticarlas cuando sea necesario? ¿Por qué no levantamos la jeta y vemos un poquito más allá de Moreno, la merluza y cuanto salió la cartera de la "yegua" ?

¿Esto significa que hay que agachar la cabeza y hacerse el gil si se afanan la guita? ¡No!

Pero tenemos que elevar un poquito la discusión. Hay mucho por hacer y hay condiciones para hacerlo. Avanti ingenier@s.

Saludos.
Martín

Cuatro: No ser ka

No ser ka como escudo, como estandarte. Como bandera de independencia, casi ficticia, impoluta. No ser ka como credencial, como evidencia de que no hay carta blanca para nadie, de que muchas cosas sí, pero varias cosas no.

No soy ka, soy anti-anti-ka, reíamos con amigos, semanas atrás, en plena zapada de guitarra y alcohol.

Apoyar, tibios, las medidas. Putear bajito a los sojeros; mandar cuatro mails; cambiar la fotito en facebook; aplaudir, desde casa, la ley de medios; indignarse con la iglesia hipócrita, decir que el canal Encuentro es buenísimo aunque nunca lo veamos, y mirar, eso sí, 678 de vez en cuando.

No ser ka, también, como camiseta, como advertencia de que queremos más, de que estos hechos son demasiado poco para satisfacer nuestros sueños, tan grandes, perfectos, tan sueños. Que el sistema de mierda es el mismo, que sigue habiendo pobres, y ricos, y hambre, y muertes políticas. Y que la minería a cielo abierto, y los burócratas intactos, y la guita que seguro se seguirán afanando.

Eso somos: los que nos definimos por lo que no somos. No somos ka. Ficticios. Impolutos. Sin barro en los pies.

Pero ahora, elucubraciones estúpidas del nuevo tablero político, el barro se hará crudo, mugriento y, sobre todo, mucho. Se quitarán la careta canallas de adentro y afuera, sedientos, hábiles buceadores de la mierda y el lodo.

Y habrá que saber que ya no alcanzará con ser tibios, aplaudir desde casa y putear bajito. Aunque sigamos sin darle carta blanca a nadie (de eso se trata) y nuestros sueños sigan siendo grandes, perfectos, deberemos aceptar que lo poquito puede volver a ser nada. O peor que nada: puede volver a ser pesadilla.