Ferpecto quilombo

, por Martín Gaitán

No puedo dormir. Te tengo, como diría Eduardo, atravesada entre los párpados. No quería, no me sentía capáz, no tenía ni tengo claro qué escribo ahora, pero no hubo remedio...acá estoy, intentando que me salve el teclado.

No sé si intentar responderte esas preguntas que dudo si soy capaz de responder. No sé si indagar en porqué siento lo que siento y buscar la "verdad". No se si recordar momentos felices que pasamos juntos, que son muchos en muy poco tiempo. Tampoco sé si contarte todo lo que me ha pasado este tiempo en el que, ni un ratito, ni así de poquito, me pude olvidar de vos. Ni quise.

Pensaba, mientras queria dejar de pensar y dormirme, que seria imposible escribirte algo con coherencia. Algo que te clarifique lo me pasa, porque lo que me pasa, que tiene todo que ver con lo que nos pasa, es un quilombo. Un ferpecto quilombo. Soy una maraña, una contradicción andante, como un plato de fideos cada uno con distinto sabor, pero imposibles de separar porque están todos pegoteados.

Soy el que se enamoró de vos y de nosotros juntos, el que estaba distraído y lo atrapó un sueño, o quizás (no le quita magia) se dejó atrapar. Soy el que intentó conocerte todo lo que pudo y como pudo, y también el que creyó que no alcanzaba. Soy el que prometió estar, dar tiempo, amar lo suficiente para desterrar al propio egoísmo, y el que sangró cuando sintió que no tenia permiso. El que dudó de todo, de mi amor y del tuyo, de lo que fue y podría ser, el que intentó conformarse con lo lindo que hubo, y convencerse de que lo bueno, si breve...y más mierda de esa. Soy el que se sintió culpable y el que se arrepintió de lo que dijo, el que te echó la culpa y despues la reclamó, y el que quiso creer eso verso de que el tiempo lo cura todo, pero lloró como pocas veces antes. Soy el que no tiene las respuestas, y no quiere tenerlas sino es encontrandolas a tu lado. Soy el que cree que se puede. Soy el que no te quiere perder.

Te lo dije, fue una vez mientras él nos hacía: "Esto es de a dos, mi amor".

Y si, puede que me vuelva irracional, simplista, pelotudamente optimista, hormonal, o directamente idiota, y entonces reduzca todo a que si vos me queres y yo te quiero (dos cosas que mi piel y este fuego me impiden negar) el resto es decoración. Pero a veces creo entenderte, y entonces pienso que está bien, que no se puede aceptar algo que hace mucho bien si tambien puede hacer mucho mal. Mierda, que puta contradicción.

¿Por qué te elegí a vos? No lo tengo claro. ¡Nada tengo claro!. Quizá tenga que ver que cuando te conocí ya te habia besado casi todo el cuerpo, que empezamos distinto que "lo normal". Pero no tiene nada que ver con la comodidad, no. Y ya ves, te elijo ahora, así, más incomodo que atado a un cactus.

Quiero ir con vos. A dónde sea, sin contratos, ni etiquetas ni destinos sabidos. No hay caminos trazados; siempre, a cada instante somos nosotros quienes lo hacemos. Hasta donde tenga que ser.

Que te quiero te lo he dicho con mis ojos centinelas, te lo he dicho con mis manos que te celan, te lo he dicho con mi lengua enamorada.

Que te quiero te lo he dicho con el sol y los cometas, te lo he dicho con el viento y la veleta, te lo he dicho con el agua luminosa.

Que te quiero, te quiero, mujer. Que te quiero y no hay nada que hacer.

Respondeme una cosa: Sabés por qué mierda me vuelvo tan trascendental de madrugada? Por suerte, además de trascendental me vuelvo inconsciente, y por eso te mando este email antes de que lo relea, y me asuste.

Tuyo.

Martín

Córdoba [3/09/05]