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Quedarse
Jueves 25 de diciembre de 2008, por
Uno
— Sí, loco. Es increíble pero a la vez lo siento totalmente natural; ya no lo podría concebir de otra forma. A veces me doy cuenta que paso todo el día con ella pero se me pasa volando. Me da mucha alegría, mucha paz estar con ella. Ey, allá están los milicos de nuevo. ¡Qué cantidad de yutas que hay!
— Sí, ¿no?. Che, qué bueno eso, lo distinto que es construir una relación desde la naturalidad, desde la alegría y no desde el conflicto, aunque sea trivial. Yo tengo que buscar bastante para encontrar cuando me sentí realmente así, como que de alguna manera, sin querer por ahí, pero proyecto y, no sé, prediseño la relación de antemano. Y al final así uno se pierde la sorpresa.
— La verdad que la flaca es hermosísima. Terrible minón, boludo.
— Negro, ¡estás al horno! ¡Jaja jajaja!
— Parece, ¿no?
— Che, ponete algo de música. Ahí en el canasto están los discos.
— A ver... ¿Caetano?
— Bueno, dale
— Che, parece que está hecho percha. ¿Qué mierda dice? No alcanzo a ver, que display de mierda. Ah, check disk. Que cagada, pero el disco parece sano, me parece que está hecho mierda el lector.
— Probá otro disco.
— Sí, es el lector. Dice lo mismo.
— Ahí atrás, en la mochila, está la maquina mía. Tengo ganas de escuchar Pink Floyd.
— Boludo, está bonita ¿eh?. La cagada es que tiene el teclado en inglés.
— En inglés y en francés. Pero la configuré en español, y ya me acostumbré, es lo mismo. Está buenísima. Ahora uso casi siempre esta. La otra vez tenía que hacer uno escritos, y me fui a un barcito por ahí cerca de mi casa, que tiene wifi; ocho hora le clavé. Los mozos ya me barrían las patas.
— ¿Cuánto salió al final?
— Seiscientos y pico, no me acuerdo bien. Está bastante bien ¿no? Fijate ahí en el borde tiene la descripción de las cosas que tiene.
— Che, ¿cuál es la contraseña?
— Mariano ese. Fijate ahí en el escritorio tiene que haber una carpeta que diga backup.
— No está, che.
— ¿No está? Puta, el boludo del Renzo la debe haber bajado a la otra maquina y la borró.
— A ver busco en todo el disco. Acá salen varios mp3. Tribalistas, ¿te va?
— Sí, pero si está eso debe haber más, buscá Pink Floyd.
— Bueno, a ver. Qué poronga este windows vista, ¿no?. Suena fuerte, ¿cierto?
— Sí. Por lo menos se escucha. Ponela acá al medio si querés.
— Es que es media anchita...
— ¡¡¡Ayy boludooooo se me va!!!
— ¡¡¡Ay Mariaaaanoooooo, la concha de la loraaaaaaaaa!!!
Dos
Al perder la horizontalidad del vehículo la posibilidad de seguir gritando es nula. En ese instante la adrenalina en sangre es máxima, y los músculos se contraen con tanta fuerza que es imposible mover las cuerdas vocales, la lengua y la boca.
Escuchará, sí, los estruendos de cada rebote. Una, dos, ¿cuantas veces habrán sido?. Que frene, por favor que frene. ¡Mariano, Mariano! ¿Ya está? ¿Estoy vivo?
Dos por dos, cuatro. Desde pequeño, ante cada golpazo en la cabeza que yo mismo juzgaba de gravedad, inmediatamente recitaba esa cuenta mentalmente para asegurarme lucidez. Dos por dos, cuatro. Más que una cuenta, un versito. El versito que se vuelve conjuro para seguir viviendo. Inténtelo apenas el vehículo haya dejado de girar.
Ahora sí, grite. Con ansias, tomando aire aunque trague polvo y el pecho le duela.
— ¡Nano! ¡Nanitoooooo! ¿Estás bien? ¡Nanoooooo!
Si su acompañante demora en responder, inevitablemente sufrirá. Una instantánea desesperación. Aunque sean décimas de segundo, alcanzará para que los ojos intenten abrirse en busca de la respuesta que los oídos no encuentran. A la fuerza expulsará las lágrimas contenidas que inmediatamente se harán barro sobre sus pómulos.
— Perdoname, negrito, por favor, perdoname. Yo estoy bien. Por favor, perdoname.
Revise su cuerpo mentalmente. Empiece por los pies. Me duele el derecho, aunque los puedo mover. Ahora las piernas. Me tiemblan. Los brazos. Me raspé el antebrazo, me arde. Las manos.
Siguen apretadas. Intente ahora percibir algún dolor en particular. Me arde el cuello; sigo colgado del cinturón, y mi hombro derecho está sobre una mata con espinas. O sea, estamos volcados de mi lado. Está bien: usted está ileso. Respire.
En total, habrán pasado unos 15 segundos. Quizás menos. Los primeros segundos de su nueva vida.
Tres
— Quedate quietito flaco, ya te vamos a sacar. ¿Estás bien? ¿Estás lastimado?
El tipo me miraba desde atrás, agachado al ras del piso, haciéndose lugar para mirar por uno de los ángulos de la luneta estallada. Yo lo miré con una mezcla de agradecimiento y odio. No quería que me sacaran en ese momento. Necesitaba silencio. El silencio que reemplazara al llanto de un nacimiento tradicional.
Con las manos temblorosas apreté el botón rojo del cinturón, que me seguía ahorcando. Caí sobre las espinas. Bienvenido al mundo, pudieron haber dicho. Eres un nuevo hombre y has de saber que aquí es así. En este mundo, la libertad duele.
Mariano ya había salido por la ventanilla del conductor, pisando sobre la palanca de cambios y sobre el volante. Yo lo imité, aunque me costó más lograr la vertical. Desde afuera, el montón de conductores que se habían detenido a socorrernos, me miraban azorados emerger y saltar desde el metro y medio de altura de una camioneta volcada.
Quedamos sobre la banquina contraria, con la trompa hacia la ruta, casi tocando el alambrado con la compuerta, que quedó pendiendo de los cables de acero. Supe luego que era el kilómetro 222 de la ruta 250, a 35 kilómetros de Pomona, un pueblito minúsculo del valle medio rionegrino.
Hacia allá nos llevó Pascual, el primero de los que se detuvieron, y testigo vip de nuestras volteretas. Antes buscamos lo que pudimos, sacamos las mochilas y recogimos las ropas que iban sueltas en el asiento trasero, porque aún estaban húmedas al momento de partir. Supongo que dejaron de estarlo luego de la centrifugada más violenta de su historia.
También me metí de nuevo por la ventanilla. Necesitaba buscar los papeles de la camioneta, que estaban en la gaveta, frente al asiento que me vio renacer. Llegué al fondo, y me ubiqué de cuclillas, posición heterodoxa dentro de un vehículo, pero acorde a su más que heterodoxa disposición. De nuevo ahí adentro, en esa especie de santuario efímero de fierros arrugados y vidrios a cuadrillé, dimensioné cuán cerca estuvimos de que este relato sea uno mucho más corto, probablemente más feo, seguramente nada original, e inevitablemente escrito por otro: una típica, aburrida, y nunca reflexionada crónica de accidente fatal en la víspera de la navidad.
Cargamos todo en la camioneta de Pascual, que viajaba con su familia desde Comodoro a La Angostura, a pasar la navidad con amigos. Con él iba su mujer, Ona, y cuatro de sus cinco hijos.
— Ella se llama Teresa del Jesús. Él José. Ella María. Y él Bautista, por Juan Bautista. Falta Milagros, la más grande, que está en Buenos Aires porque el niñito Jesús le dejó un pasaje en el arbolito para pasar la navidad con sus padrinos.
Enumerando a sus hijos, Ona, dejó bien en clara su religiosidad. Pascual, por su lado, insistía con que los fierros se arreglan o se tiran, pero con la vida no es tán fácil. Nosotros, mascando arena, angustia y bronca, sólo atinábamos a asentir con gestos torvos, que intercalabamos con otros de perplejidad al no comprender cómo, habiendo visto lo que habían visto, podían ir a 120 por hora con el bebé en brazos y sin cinturón de seguridad.
Dijo Charly que los buenos samaritanos son pocos. Deberían cuidarse un poco ellos y depender menos del Señor.
Cuatro
Cuando hubo señal hicimos las llamadas. Tranquilizadoras y desesperadas, inequívocamente debían comenzar con “estamos bien”, y seguir con algún detalle del suceso, para intercalar algunas pocas oraciones más allá “pero estamos bien, en serio, no nos pasó nada”.
Mi viejo y Juanma emprendieron los 200 kilómetros que separan Las Grutas de Pomona, en un viaje que sospecho angustiado, tenso, lamentado, pero al fin, paradójicamente feliz.
La logística en estos casos nunca se aprende porque nunca se enseña. Si es que existe algún procedimiento enunciado en el manual de la aseguradora, jamás se lee, porque es mufa la palabra “siniestro” y asusta cuando la sigue “total”. Y aunque por responsabilidad, morbo o casualidad, se sepa (o se improvise) cómo actuar, el resto de los partícipes necesarios se cagará en usted y en las reglas, sobre todo si es un 24 de diciembre a la tarde, para dejarlo clavado 5 horas esperando una grúa.
Eso, al menos, nos pasó a nosotros. Pero qué va: si esta es una nueva vida, que sea con paciencia.
Cinco
— Navidad, navidad, navidad – repetía Joaquín, después de doce, con una estrellita en la mano y moviendo acompasado su cuerpito feliz. Camila gastaba los últimos fósforos encendiendo una lucecitas que apenas volaban, aunque no lo suficiente para hacerla claudicar en su interés.
Mariano reía sentado en el escalón de la puerta, más tranquilo, disfrutando la escena. Juan y Juli también reían y jugaban con sus hijos. Mi viejo abrazaba a Graciela y al que le pasara cerca, con menos timidez que otras veces y una sonrisa incrustada en el rostro.
Y yo sacaba fotos y filmaba, intentando, quizás, que el display me confirmara lo que mis ojos, todavía aturdidos, no se animaban solos: que todo eso era verdad y que quedarse valía la pena.
Mensajes
25 de diciembre de 2008, 05:29, por Luis
Renacido! No se sí decirte feliz navidad o felices pascuas!
Me alegro mucho que te haya salido bien!
No me quedó claro lo de la volcada, curva a mucha velocidad?
Abrazo, luis.
25 de diciembre de 2008, 06:45, por Pancho_Jay
Feliz Natal querido! Has renacido.
No puedo creer con lo que me desayune, afortunadamente son "buenas" nuevas. Me alegra muchisimo saber que estan bien. Realmente la sacaron barata.
Te mando un abrazo grande loco, disfruta las vacaciones. Nos veremos en la mole de hormigon en menos de lo que canta un gallo...
25 de diciembre de 2008, 08:19, por Fabio
alto palo te diste, bien por usar cinturón, mal por ir a 130 cuando no deberías ir a más de 90, es el error que cometemos todos, ahí se te descontrola mal
feliz renacimiento!
25 de diciembre de 2008, 09:34, por vlad
Tincho! hijo he puta, tenes linda pluma hasta para relatar como de orto no te perdimos!! cuidate y recorda que no, no te dejamos ir, que nos haces falta un rato largo por aca.
Abrazote guacho!!!!
25 de diciembre de 2008, 10:06, por Deine Natalia
Coincido con Vlad: "No te dejamos ir, nos hacés falta". No sólo un largo rato, sino para siempre...
25 de diciembre de 2008, 10:37, por marina
Queridooo, me emocioné con ese final, lo emotivo de saberlo cierto y no ficción... la reciente... otro abrazo. fuerte.
25 de diciembre de 2008, 14:16, por Jacobo
Martin,
Yo tampoco entendí bien lo de la volcadura, pero creo que eso ya no importa, lograste proyectar lo que sentiste en ese momento y me deja algo muy grato.
Un saludo y felices fiestas!
25 de diciembre de 2008, 15:32, por Cristian Zwick
Leí el titulo con curiosidad, el primer parrafo con los ojos gigantes, y terminé de leerlo casi con la boca abierta. No somos grandes conocidos pero estoy feliz de que hallas podido festejar la navidad finalmente y de que esten bien. Te mando un abrazo y espero verte en la facu el año entrante.
El relato es buenisimo!
Cristian.-
25 de diciembre de 2008, 19:27, por Ariel y Sole
Martin querido: grande y grata sorpresa nos han regalado tu hermano y vos para esta navidad... acabamos de llegar a buenos aires con sole y leer estas palabras nos emociona y tranquiliza tanto como haberte escuchado hoy cuando hablamos...
Gracias por utilizar el cinturón...!!!
Y gracias a Dios por haberlos dejado acá con todos nosotros
Un abrazo grande
Sole y Ariel
25 de diciembre de 2008, 20:18, por Gonzalo
Enumerando a sus hijos, Ona, dejó bien en claro su alto índice de religiosidad. Pascual, por su lado, insistía con que los fierros se arreglan o se tiran, pero con la vida no es tán fácil. Nosotros, mascando arena, angustia y bronca, sólo atinábamos a asentir con gestos torvos, que intercalabamos con otros de perplejidad al no comprender cómo, habiendo visto lo que habían visto, podían ir a 120 por hora con el bebé en brazos, y sin cinturón de seguridad.
Muy fuerte tu relato. Da que pensar. Si bien al cinturon es algo a lo que nunca le escapo, me hace reflexionar sobre la velocidad a la que llego en ruta (140, 150 con un auto por demás inseguro: Ford Ka ’99)
Me alegro que haya salido todo bien. Felices fiestas.
26 de diciembre de 2008, 06:55, por Agus Lanusse
Gracias por expresar, con palabras de tanto peso, lo que vale la vida. Gracias por recordarme que estamos para quedarnos. Gracias por compartir. No te conozco nada pero te agradezco por todo eso... y me alegro de que estés bien.
Feliz navidad!
26 de diciembre de 2008, 13:08, por el fer
Tin:
Despues de esta, que la contas de pedo, deberías terminar de darte cuenta que naciste para escritor. Termina la carrera, cuantas carreras quieras, pero nunca dejes de escribir.
Un abrazo enorme y otro para tu brader, que también re-nació.
Espero que no tengas que alcanzar tal grado de exposición en tu próximo escrito para poder concretarlo... culeado!!!!
te quiere
El Fer
PD: Música en la lap dentro del auto!!!!!!!!!! son dos grasaaaaaas!!!!!!!
26 de diciembre de 2008, 14:35, por Edgar
Recién reviso los mails, primero me puse contento porque vi que recibiría noticias tuyas, en estos días pensába en uds. que seguro andarían por la región. Pero la verdad no esperaba ese tipo de noticias. La puta che... que te falta hacer. Pará con las anecdotas sorprendentes!! Adiero a los comentarios. Seguís escribiendo cada vez mejor, pero no es necesario que entres en este tipo de relatos. La verdad que me angustió bastante el relato. Es inevitable pensar en que esperaba verlos este verano y darles como siempre el parte de los últimos meses. Y eso por suerte ocurrirá seguramente, pero qué cerca estuvo de no suceder.
Creo que me estremeció pensar en que sin saberlo, peligró la posibilidad de seguir disfrutando de su presencia.
Pero no voy a caer en el sentimentalismo. Espero ansioso el relato de Marian, y si renacieron, ahora son "Los Mellizos Gaitán!!!"
27 de diciembre de 2008, 07:39, por Luchords
Querido que pedazo de anecdota y relato de un nacimiento.
Menos mal que llevabas cinuron, yo perdi un amigo porque le paso algo similar pero el no llevaba cinturon.
me alegro muchisimo que estes bien y que puedas contar la historia!
27 de diciembre de 2008, 09:55, por Elena
Tin Querido:
Debo confesarte que me generó cierta melancolía modificar nuestro esquema de navidades "con la madre". Superada y resignada esa instancia, decidí que yo merecía pasarla bien sin Uds. Acepté generosa invitación de mi fiel amiga Norma y su flía.
Todavía me resuenan tus palabras temblorosas a las 13.15 del 24 "vieji, nunca más te niegues a usar el cinturón"... "tuvimos accidente" "estanos bien"...+
Pude contener y controlar el llanto, el grito, la impotencia,la necesidad de volar al lugar del hecho, porque vos mismo me diste fuerza, me alentante, me diste confianza.¡ Qué grande, mi amor! Gracias por tu FUERZA.
No quiero poner más dramatismo...
El AÑO NUEVO nos encuentra a TODOS.¡Qué FELICIDAD! Ah ... y de paso me arreglas la compu? Hoy vine al cyber para releer tu texto y escribir algo. ABRAZO. La vieji
28 de diciembre de 2008, 02:54, por Walter
Martincito,
Flor de susto. Leer tus lineas me hizo recordar lo que me pasó hace unos tres años. Bienvenido al mundo de los sobrevivientes de la rutas argentinas. Me alegra mucho que estés bien. Te diría que te espero en Córdoba para que me cuentes los detalles pero tu post fue más que claro. Así que te espero en Córdoba solo para darte un abrazo. Cuidate mucho y nos vemos.
29 de diciembre de 2008, 07:42, por matiasb
Qué bueno que vivís para contarlo. Me alegra saber que salieron enteros. Escalofriante historia.
Espero que termines de la mejor manera el año y empieces con todo el que viene; y ojalá que este renacimiento nos encuentre en alguna cancha.
Muy bueno el relato. Cuidate, un abrazo.
29 de diciembre de 2008, 07:56, por El Paul
Guachos, que alegría que estén bien y que le cuenten, estas cosas no dejan de ser con el tiempo, cuando terminan bien, una anécdota mas de largas noches de asado y chupi. Espero poder verlos pronto y disfruten todos los días que vengan de ahora en mas. Un abrazo
29 de diciembre de 2008, 10:27, por MkSolinas
Que lo pario Don Gaitán...!!!
Me alegro que la estes contando y dedicate a escribir, no insistas con Sistemas de Computación. Ja jaja...
Cuidate y Feliz 2009.
Un abrazo.-
30 de diciembre de 2008, 05:36, por Lu
Me alegra el saber que sólo fue susto y que todavia estás entre nosotros.
Un abrazo y que disfrutes como nunca esté año que se acerca.
25 de diciembre de 2010, 02:21, por Luis Romano
Me alegra que estén bien.
Ahora, hay una frase que no tiene desperdicio:
"Dijo Charly que los buenos samaritanos son pocos. Deberían cuidarse un poco ellos y depender menos del Señor."
TAL CUAL!!!