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Lo imprescindible

Domingo 10 de abril de 2005, por martin

Los primeros días de marzo, antes de empezar las clases, estuve unos dias en Buenos Aires. Fue un viaje de esos que, de tan poco planeados, son etiquetados con la categoría "masíiii!!!". Un cúmulo de factores influyeron en la heterodoxa decisión: el alpedismo imperante me estaba predisponiendo mal el inicio de año; acopiaba ganas vencidas y vigentes de conocer la "Gran Ciudad"; Dany había confirmado su viaje mucho antes (menesteres sentimentales de entonces); iba a poder ver a mi hermano y conocer a su grupo; y estar con Leo, que nos esperaba.

Leonardo, Leito para la Pandilla, "Lion" para los bananas que no son bienvenidos, es un amigo. Perdón, quise decir un Amigo. Dícese de esas personas que, por elegidas, son especiales; y viceversa. Esos que fueron y serán por sobre tiempos y distancias. De los que siempre están y a veces se muestran, en el recuerdo de un abrazo, aquel trago, la brazada o ese remo compartido. De esos que me ayudaron y me ayudan a escribir la historia de mi vida.

Leo nos abrió sus brazos y su departamento en Lanús Oeste. No pudo ir a buscarnos a Retiro porque, por esos días, los viernes por la mañana todavía trabajaba. El encuentro fue recién a la tarde, en el departamento de un (poco) conocido que nos prestó su living unas horas. Luego nos subimos al colectivo, y nos convertimos, por primera vez durante toda esa semana, en dos hormiguitas más de las miles que viajan diariamente entre Capital y el Conurbano. Hormiguitas sí, pero en minúsculas. Nos faltaba el cansancio en la mirada y el cuerpo de vivirla sin sonrisa clase turista. Creo que a Leo le hubiese alcanzado para convidarnos, aunque estaba distraído disfruntándonos.

Entre cajas y colchones, en algún rincón del departamento de un tipo solo que está poco en su hogar, encontré una revista de "algo", condición sine qua non para mi visita al baño. Resultó ser la revista institucional para España y Latinoamérica de Mann-Hummel, la multinacional fábrica de filtros en la que trabajaba mi anfitrión. Podría resumirlo así: la densidad de las hojas satinadas en full color impidió que ahorrara un poco de papel higiénico.

El presidente, sonriente rubio alemán con fotito y gancho al pie, instaba en la editorial algo así: "Gracias a tu esfuerzo y el de todos, estimado trabajador de Mann-Hummel, nuestra empresa ha logrado sus metas para el año 2004, año problemático para la industria mundial, creciendo un 5% respecto al año anterior. En 2005 vamos por más, y por eso te pedimos que redobles tu esfuerzo, que será recompensado en la satisfacción de crecer juntos."

Leito, al rigor del latigazo en la carne propia, era menos ingenuo que yo, que le comenté sobre el concurso al "Proyecto Innovador" que figuraba en otra página, con ridículo aire de aliento. Él se pelaba el culo en un laburo administrativo donde desperdiciaba sus capacidades y su juventud, completando el combo con el olor a mierda a 50 metros del Riachuelo. No le quedaba otra, tenía que morfar; pero a "la camiseta" se la pasaba por el forro de las pelotas.

Me contó (y le creo) que para que no "lo cagaran a pedo" marcaba su salida y se quedaba a terminar y a adelantar laburos. La empresa no exige ni paga horas extras, pero se podrían meter el ’Just in Time’ dónde les quepa cuando hace uno sólo el trabajo de tres.

Ese lunes lo echaron, y me lo contó casi como se dice "que rico está el helado", con miedo y desconcierto camuflados en espontaneidad. Lo acababa de llamar un compañero contándole que había órdenes de no dejarlo entrar a la fábrica al día siguiente. Lo que no había, ni hubo nunca, fueron explicaciones.

Llegaron rumores, comentarios, hipótesis. Que por navegar en internet, que por jugar con un filtro, que por un vuelto del mensajero, que porque entra el "hijo de". Pero los motivos oficiales nunca llegaron. Parece que las siguientes fueron las dos semanas más ocupadas del jefe de personal y del gerente, que nunca pudieron recibirlo.

Se volvió a Neuquén, abandonando su carrera de ingeniería en la UTN, que de todos modos y a falta de un clon o algún superpoder, sólo tenía en la mira. Allá intentará, en renovado escenario, arrancar de nuevo. Es el mismo (y quizás más cínico) capitalismo, pero con la contención de su familia y su gente. Chau hormiguistas, chau puente, chau mierda del Riachuelo. Se va con poco de lo que fue a buscar, pero lo imprescindible: la tranquilidad de haber dejado todo, contra muchas fomentadas adversidades, y el orgullo no haber perdido en esa lucha cotidiana sus ganas, su humildad y ese enorme corazón que tiene.

Mensajes

  • Agradezco mucho las palabras dirigidas tan atentamente a mi persona, rescato y pongo aun mas enfacis en el agradecimiento para con los estractos en los que uno se siente querido, cuando uno nota que la distancia no es nada y puede casi sentir ese abrazo de un hermano que esta ahi en todo momento. Tal vez en algun momento esta narracion de un fragmento de mi vida sea completada con todos los detalles y minusidades que solo puede ofrecer mi vivencia de dichas cosas, que por ahora y creo que por un tiempo considerable estaran guardadas en mi memoria. Esos detalles solo quieren ayudar a tener cierta idea del entorno y de muchos otros aspectos que le dan mayor entendimiento a todo la situacion descripta.
    La facultad esta firme en mis metas, tal vez solo y por momentos se oculta detras de algun obstaculo el cual no dudo en sortear inmediatamente valiendome de todo sin abandonar los fuertes principios que creo tener.
    Este tipo de vivencias engrandecen al hombre y aunque por muchos momentos me senti desfalleser, se que sin todo esto no me podria haber nutrido de un monton de cosas que me engradecen y que en ciertas ocaciones me ayudan a valorar aun mas las simplisidades de la vida y del hombre comun.
    Muchas gracias nuevamente y espero seguir contando con ustedes a mi lado para continuar este largo camino a la gloria, ja.

  • Me disculpo por los horrores ortograficos de arriba; es increible lo que involuciona una mente osciosa, no?

  • Alguien me dijo alguna vez que la mejor clase de todas es aquella en donde al final uno se va con más dudas que respuestas.
    Bueno ayer asistí a una de ésas clases que les hablo, pero con la particularidad que no fue en la facultad, no fue en un congreso, ni en ninguna escuela de esta ciudad. La clase la tuve con el autor de éste texto, hablando valga la redundancia de este texto. El aula como no podía ser de otra manera era el living de nuestro departamento.
    Una charla riquísima y llena de matices nos mantuvo enfrentados, aliados y más que nada abocados en un mas que alentador estado de reflexión.
    Con decirles que al terminar la clase mi amigo, que tambien fue profesor, alumno y compañero me dijo, -la puta madre! porqué no somos como en Gran Hermano en donde todo se grava, como podemos dejar que estas ideas se pierdan en la nada -

    “Lo imprescindible” no es sólo un texto que habla de una empresa, habla de un sistema, habla de una realidad urbana mas o menos conocida. “Lo imprescindible” habla de un pibe, que como tantos otros toma elecciones de vida. Un pibe que trata de elegir que quiere para su vida dentro de un contexto que lo condiciona, y que sin duda no es el más feliz de todos.
    Pero lo importante de todo esto, al menos para mí es expresarles cuales fueron las preguntas que me surgieron:

    ¿Dilatar la toma de ciertas decisiones por falta de tiempo-recursos-ayuda es un proceso necesario para madurar mi realidad y aceptarla, o un mecanismo de evasión de la realidad?

    ¿El factor económico opera como una necesidad imposible de soslayar o como una excusa encubierta para no indagar sobre cuestiones mas profundas? ¿Cómo debe ser la necesidad que impera para estar en una u otra hipótesis?

    ¿Como opera psicológicamente la necesidad de cambiar sobre la marcha determinados objetivos propuestos que en un principio fueron el eje de mi toma de decisiones.

    ¿Y por último, que es “dejar todo” en este contexto?

    Ver en línea : http://RIESGO TOLERADO