Synecdoche, New York

Charlie Kaufmann

, por Martín Gaitán

A la memoria de Philip Seymour Hoffman



Todo es más complicado de lo que piensas.
Sólo ves un décimo de lo que es verdad.
Hay un millón de pequeños hilos
ligados a cada decisión que tomas.
 
Puedes destruir tu vida
cada vez que eliges.
Pero tal vez no lo sepas
por veinte años...
y tal vez nunca jamás
lo rastrees hasta su origen.
 
Sólo tienes una oportunidad
de representarlo.
 
Intenta comprender tu propio divorcio.
 
Dicen que no existe el destino,
pero existe. Es lo que tú creas.
 
Y aunque el mundo siga girando
por eones y eones sólo estás aquí por la fracción
de una fracción de segundo.
La mayor parte de tu tiempo
la pasas muerto o aún no nacido.
 
Pero mientras estás vivo,
esperas en vano, desperdiciando años,
por una llamada telefónica
o una carta o una mirada a alguien o a algo
para que lo arreglen todo.
 
Y nunca llega, o parece que sí,
pero no sucede realmente.
 
Así que pasas tu tiempo
en un vago arrepentimiento o
una aun más vaga esperanza
de que algo bueno llegue.
 
Algo que te haga sentir conectado.
Algo que te haga sentir entero.
Algo que te haga sentir amado.
 
Y la verdad es...
 
que me siento tan enojado.
que me siento
tan malditamente triste.
 
Y la verdad es que me he sentido
tan herido por tanto puto tiempo.
 
Y por el mismo tiempo,
he fingido que estaba bien...
sólo para poder seguir, sólo para...
 
No sé por qué.
 
Tal vez porque nadie
quiere oír mis desdichas
porque ellos tienen las suyas.
 
Bien, a la mierda con todo el mundo.

P.-S.

Monólogo del guión del film, en la escena teatral que representa la muerte del padre del protagonista.