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Artículos de esta sección

  • Sanar

    , por Martín Gaitán

    Las lágrimas van al cielo Y vuelven a tus ojos desde el mar El tiempo se va, se va y no vuelve Y tu corazón va a sanar Va a sanar Va a sanar La tierra parece estar quieta Y el sol parece girar, Y aunque parezca mentira Tu corazón va a sanar Va a sanar Va a sanar Y va a volver a quebrarse Mientras le toque pulsar Y nadie sabe por qué un día el amor nace Ni sabe nadie por qué muere el amor un día Es que nadie nace sabiendo, nace sabiendo Que morir, también es ley de vida. Así como cuando (...)

  • Happy New Year

    , por Julio Cortázar, Martín Gaitán

    Mira, no pido mucho, solamente tu mano, tenerla como un sapito que duerme así contento. Necesito esa puerta que me dabas para entrar a tu mundo, ese trocito de azúcar verde, de redondo alegre. ¿No me prestás tu mano en esta noche de fìn de año de lechuzas roncas? No puedes, por razones técnicas. Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo, el durazno sedoso de la palma y el dorso, ese país de azules árboles. Así la tomo y la sostengo, como si de ello dependiera muchísimo del mundo, la sucesión (...)

  • El lagarto está llorando

    , por Martín Gaitán

    El lagarto está llorando. La lagarta está llorando. El lagarto y la lagarta con delantaritos blancos. Han perdido sin querer su anillo de desposados. ¡Ay, su anillito de plomo, ay, su anillito plomado! Un cielo grande y sin gente monta en su globo a los pájaros. El sol, capitán redondo, lleva un chaleco de raso. ¡Miradlos qué viejos son! ¡Qué viejos son los lagartos! ¡Ay cómo lloran y lloran. ¡ay! ¡ay!, cómo están (...)

  • Ligazón

    , por Martín Gaitán, Pedro Mairal

    Ella desnuda y yo desnudo y no hay mucho más que me importe. Las cosas caen al suelo como habiendo estado siempre en ese sitio, así caigo yo en ella. Ella apunta sus rodillas hacia dos constelaciones y es entonces la pelviana letanía, la ligazón oscura con la tierra.

  • Rostro de vos

    , por Mario Benedetti, Martín Gaitán

    Tengo una soledad tan concurrida tan llena de nostalgias y de rostros de vos de adioses hace tiempo y besos bienvenidos de primeras de cambio y de último vagón. Tengo una soledad tan concurrida que puedo organizarla como una procesión por colores tamaños y promesas por época por tacto y por sabor. Sin temblor de más me abrazo a tus ausencias que asisten y me asisten con mi rostro de vos. Estoy lleno de sombras de noches y deseos de risas y de alguna maldición. Mis huéspedes concurren (...)

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