UNO Por la ventanilla refulgente, la luz. Toda la luz. Sólo la luz. "Bienvenido a Neuquén" dicen, tímidos, los arbolitos secos de la ruta 22. Los vasos vacíos de whisky berreta que convierten las 16 horas de viaje en "servicio ejecutivo" ruedan con la fuerza centrípeta de la primera rotonda, apenas se cruza el puente, y suenan como suave alarma para los que echaban la última siesta. A esa escuela fui yo, mirá, la técnica más grande de la patagonia. Perticone y Olascoaga. Quienes serán, me (...)
Con tanta noche por la ventana
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