Nati estiraba su cepillada de dientes, dándome un changüí para que nos acostásemos juntos. Yo le decía ya voy amor, un segundito mi vida, termino estas cositas y estoy en la cama. Como me gustaba la idea de ser coherente con la rareza de todo el día, cumplí. Es que ayer fue un día extraño, bipolar. De la mufa que produce programar una cosa horrible en un lenguaje horrible, a la grata intriga de que te llamen por teléfono para recordarte que estabas anotado en un concurso a cuya entrega de premios te (...)
Mirenlo a él, que blogudo
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