Aunque muchos duden, estoy bastante firme en mi decisión de no comprar comida de rotiseria (o similares) muy seguido. Hay dos razones principales: ese hábito engorda la panza, y el bolsillo adelgaza proporcionalmente. Está bien, hay buenas ofertas no muy lejos de acá y, si uno busca un poco, hay comidas más sanas; pero una vez allí, oyendo (y oliendo) el crujido de papas crocantes acompañando a gigantes y apetecibles lomitos completos, es imposible - al menos muy dificil - no sucumbir al deseo. (...)
Bolivia
, por