Tengo una extroversión que juega a las escondidas. En general tiene buenos escondites y puede pasarse dias inhallable, inmóvil y silenciosa en su camuflaje de rutinas. Pero cuando algo le llama mucho la atención, el escondite se vuelve demasiado incómodo o le dan ganas de hacer pis, aparece corriendo por un costado, grita piedra libre para todos mis cumpas y se pone a bailar y a cantar desafinado en la vereda luego de tocar la pared. Lo más gracioso es que, generalmente, ya no hay otras extroversiones o personalidades jugando porque se ha hecho tarde y sus madres, desde la ventana y con ruleros en la cabeza, las fueron llamando a comer.
Yo, payaso
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