Mi amigo, siempre es un gusto leerte. A veces encuentro lo que escribís muy bonito, otras veces no tanto; por momentos me parecés tremendamente lúcido; siempre inquisitivo. . Y sin embargo, aún cuando todo eso que es parte de tu prosa y de tus preocupaciones en la vida laten en este texto, me parece detectar nuevas fortalezas en otros registros de la palabra. . Como nunca mi amigo, tu palabra ha ganado en musicalidad y cadencia, ha tomado vuelo poético y potencia evocativa. Las imágenes de la infancia reverberan con fuerza desde el escrupuloso detalle y la reminiscencia distante; las (...)