Por qué vamos a la marcha
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Estos son tiempos en que hablar sobre árboles es casi un crimen, porque supone callar sobre muchas alevosías
Bertold Brecht
Vuelvo a adherir plenamente a una carta abierta, esta vez firmada por múltiples hombres y mujeres de la política, intelectuales, artistas y sindicalistas de la Argentina. Sumo mi opinión a modo de prólogo.
Se dice, con mucha picardía, que los pesimistas son los optimistas que están bien informados. A veces me considero uno de esos, y en particular con este gobierno. Para decirlo claramente: no es el de este gobierno, el proyecto de pais que yo quiero.
Encuentro grandes motivos que me alejan (ya no digo "que me hacen dudar") del kirchnerismo. Algunos de ellos se mencionan en la carta abierta. Otros tienen que ver con la acumulación del poder, la falaz redistribución de la riqueza planteada y la ausencia de intenciones de construir una democracacia participativa, que considero evidenciada en no fomentar el trabajo autárquico de las muchas organizaciones sociales de base, y en el aprovechamiento (en vez del desmantelamiento) de las redes de clientelismo.
Sin embargo, me alejo también de los que consideran cualquier motivo válido para golpear a este gobierno, pretendiendo generar así condiciones "revolucionarias".
Y que se me permita la alegoría vial: no hay camino que se aleje más del que buscamos, que el que va en sentido exactamente contrario. Como dije, el de este gobierno no es el camino por el que quiero ir, pero no va hacia atrás, donde la oligarquía de soja y rayos catódicos pretende llevarnos. Sé desde dónde prefiero caminar para enderezar destinos.
Por qué vamos a la marcha
Carta abierta
Hoy a las 13 nos concentramos en Avenida de Mayo y Perú, en defensa de la democracia y en reclamo de mayor distribución de la riqueza y participación popular.
Lo haremos desde nuestra propia identidad y sin ahorrar críticas al Poder Ejecutivo Nacional, pero en respaldo de la institucionalidad democrática y de las medidas progresivas que enfurecieron a una nueva derecha que usa la retórica del diálogo y el consenso y se envuelve en los símbolos nacionales mientras pretende mantener sus privilegios. Con lock-out patronal y desabastecimiento no hay vocación de dialogo. Es imprescindible el levantamiento de las medidas de fuerza, y que el gobierno haga una amplia convocatoria a todos los sectores involucrados, para la discusión integral de un nuevo modelo productivo.
Somos miembros de organizaciones sindicales como la CTA, CTERA, la Unión Obrera Metalúrgica, CONADU; de movimientos como Tupac Amaru y Movimiento Nacional Patria Grande; de organismos de derechos humanos como el CELS, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos; de pequeños empresarios, como la Asamblea de PYMES y el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos; economistas del Plan Fénix; decanos y profesores universitarios, científicos e investigadores; sacerdotes en opción por los pobres; dirigentes políticos que demostramos la posibilidad de construir alternativas populares sin clientelas ni aparatos; intelectuales y artistas integrantes del agrupamiento Carta Abierta y ciudadanos sin militancia partidaria ni institucional.
No formamos parte del gobierno. Objetamos la destrucción del INDEC y la construcción del tren bala, la negativa a reconocer la personería de la CTA y la alianza con sectores de la mal llamada burguesía nacional, que fue socia de los gobiernos neoliberales. Consideramos intolerable el mantenimiento de altos niveles de hambre y exclusión en uno de los grandes países productores de alimentos del mundo.
Pero la restauración conservadora en marcha, con el impulso de un sector de la izquierda que imagina protagonizar una revolución agraria, no cuestiona los defectos sino los aciertos del gobierno, al que intenta imponerle sus intereses económicos por encima del interés general, sin reparar en costos ni en métodos. Cuestiona la reconstrucción de la autoridad del Estado luego del colapso de 2002, el saneamiento de la Corte Suprema de Justicia, el juicio a los responsables del Estado terrorista, el drástico descenso de la desocupación, la recuperación del régimen jubilatorio estatal, el establecimiento de un haber para las personas mayores de 70 años que no tenían ninguno, el aumento del presupuesto educativo, la creación de un ministerio de ciencia y tecnología, la política exterior independiente, en asociación con los gobiernos democráticos de Sudamérica. No busca un avance sino un salto atrás.
Contra toda evidencia se acusa de autoritario y soberbio al primer gobierno que ha prohibido el uso de armas de fuego en el control de manifestaciones y se moteja de represión violenta al desalojo con guantes de seda de la ruta del MERCOSUR, por la que desde hace tres meses no se permite el tránsito de mercaderías, obligando a tirar millones de litros de leche y toneladas de frutas y verduras. De ese clima deslegitimador, parecido al que minó la presidencia de Arturo Illia, participan en forma tan entusiasta como irreflexiva sectores de las clases medias urbanas influidos por la cobertura tendenciosa de diarios y canales de televisión temerosos de que se democratice la comunicación de masas.
De esta crisis, no menos grave porque se la niegue, sólo se sale con más democracia y más distribución de la riqueza. Para ello se impone una reforma impositiva integral, que grave a todos los sectores que en estos años han tenido beneficios extraordinarios, como la especulación financiera, la minería y la pesca.
Ésa es la voz propia con la que hoy iremos a la Plaza de Mayo, en defensa del valioso trayecto recorrido desde mayo de 2003 y en demanda de su profundización, con mayor calidad institucional y con la participación popular.
Hugo Yasky, Martín Sabbatella, Horacio Verbitsky, Laura Conte, Juan Gelman, Adrián Paenza, Eduardo de la Serna, Abraham Gak, Juan Pablo Paz, Carlos Heller, Horacio González, Nicolás Casullo, Lilia Ferreyra, Ana Cacopardo, Victorio Paulón, Stella Maldonado, Roberto Baradell, Carlos De Feo, Juan Carlos Junio, Alejandro Dolina, Juano Villafañe, Vicente Battista.