De otros

Artículos de esta sección

  • Y el amor...

    , por Martín Gaitán

    El milagro de existir, el instinto de buscar, la fortuna de encontrar, el gusto de conocer. La ilusión de vislumbrar, el placer de coincidir, el temor a reincidir, el orgullo de gustar. La emoción de desnudar y descubrir, despacio, el juego. El rito de acariciar prendiendo fuego, La delicia de encajar y abandonarse, el alivio de estallar y derramarse. Y el amor...

  • Última empresa

    , por Isidoro Blaisten, Martín Gaitán

    Las ideas las tenía yo, ella las ponía en práctica. En general a mí las ideas se me ocurrían cuando espantaba recuerdos o cuando sentado a mi escritorio de ideas jugueteaba con la réplica del puñal de Sandokán, o miraba arder el fuego de la salamandra o miraba el cielo a través de la ventana. Yo hubiera querido, y se lo dije a ella muchas veces, que todas las ideas hubieran sido sometidas a un control estricto de calidad. Yo quería tirar las ideas sobre el escritorio de ideas, atacarlas por los (...)

  • Edad

    , por Martín Gaitán

    ¿Qué se puede hacer en ochenta años? Probablemente, empezar a darse cuenta de cómo habría de vivir y cuáles son las tres o cuatro cosas que valen la pena. Un programa honesto requiere ochocientos años. Los primeros cien serían dedicados a los juegos propios de la edad, dirigidos por ayos de quinientos años; a los cuatrocientos años, terminada la educación superior, se podría hacer algo de provecho; el casamiento no debería hacerse antes de los quinientos; los últimos cien años de vida podrían dedicarse (...)

  • El enamorado

    , por Jorge Luis Borges, Martín Gaitán

    Lunas, marfiles, instrumentos, rosas, lamparas y la linea de Durero, las nueve cifras y el cambiante cero, debo fingir que existen esas cosas. Debo fingir que en el pasado fueron Persepolis y Roma y que una arena sutil midio la suerte de la almena que los siglos de hierro deshicieron. Debo fingir las armas y la pira de la epopeya y los pesados mares que roen de la tierra los pilares. Debo fingir que hay otros. Es mentira. Solo tu eres. Tu, mi desventura y mi ventura, inagotable y (...)

  • Preguntas

    , por Juan Gelman, Martín Gaitán

    Ya que navegas por mi sangre y conoces mis límites y me despiertas en la mitad del día para acostarme en tu recuerdo y eres furia de mi paciencia para mi dime qué diablos hago por qué te necesito quién eres muda sola recorriéndome razón de mi pasión por qué quiero llenarte solamente de mí y abarcarte acabarte mezclarme a tus huesitos y eres única patria contra las bestias del olvido

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